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La bruma y la luz con Nine Inch Nails

Escrito por Revista Pasadizos noviembre 21, 2018

 

Conseguir un boleto para el show de Nine Inch Nails (NIN) en El Plaza Condesa fue una proeza. Luego de acabarse (literalmente) en dos minutos las entradas, quedó acudir a las garras de los revendedores y conseguir un ticket por hasta tres mil pesos (o incluso más).

Sólo verdaderos fans se dieron cita este 19 de noviembre para ver a Trent Reznor y compañía desgarrar guitarras, sintetizadores, bajos e, inclusive, saxofones en ese pequeño recinto de Ciudad de México.

Mil 900 personas pudimos observar a unos cuantos metros a una agrupación que se ha ganado la categoría DE CULTO. Así lo demuestra la meticulosidad de los temas que decidieron interpretar, el juego de luces, el sonido y la presencia sobria de todos los miembros de la agrupación.

Con creces, demostraron porqué son una de las bandas con un sonido que recuerda las fábricas, la estridencia de las ciudades, el hartazgo, la ira, el enojo y, al mismo tiempo, la depresión, el lodo, los cerdos y la mentira.

 

Foto por Carlos Escutia

 

Los primeros cuatro temas destrozaron el lugar, un slam se formó en medio del lugar. El juego de luces generó más fuerza, más saltos, sudor y empujones. “Wish”, “Letting you” y “March of the Pigs” mostraron que la potencia de NIN sigue vigente, que la voz de Reznor no ha perdido potencia desde 1989.

Humo. Buena parte de show sólo vimos humo y luces. Siluetas. La figura de Atticus Ross, Robin Finck, Alessandro Cortini e Ilan Rubin apenas se podían vislumbrar. Analogía de la esencia de NIN. Al parecer sus temas están envueltos en una bruma que rememoran la mentira (“Sin”), el infierno (“Help Me I Am in Hell) o el servilismo (“The Hands That Feeds”).

No hubo necesidad de que interpretaran temas famosos como “Only”, “Closer” o “Starfuckers INC”, NIN capturó la atención y la energía de cada uno de los espectadores.

 

Foto por Carlos Escutia

Cada canción fue una experiencia sonora y visual diferente. ¡El poder de la música!

En los pocos minutos que Reznor se dirigió al público, se disculpó por la actitud y decisiones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Se pronunció por un mundo sin hostigamiento y libre de racismo. Le aventó una dura piedra a nuestro país.

Duele. Sí, duele. Así cerraron. Con “Hurt” recordamos que, más allá de la estridencia, el slam, los gritos y saltos, el dolor es una presencia continua en nuestra vida.

NIN tatuó en la cabeza de los asistentes que todavía se puede caer más bajo. La humanidad todavía no llega a su límite.

“I hurt myself today”.

Me enfoco en el dolor, lo único que es real.

 

Por  Carlos Escutia 

 

¡Experimenta y camina entre Pasadizos!

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