Una experiencia sensorial
Por Rosario Del Valle
“He visto el agua. Es sólo agua y nada más. Ya lo he visto todo. He visto la oscuridad. He visto el brillo de una pequeña chispa. He visto lo que elegí. He visto lo que necesito y eso ha sido suficiente”
Selma Jezkova (Björk, Dancer in the Dark, 2000).
La discapacidad visual puede convertirse en una limitante para las personas para la realización de sus actividades diarias, afectando en cierta medida sus formas de interacción con el mundo que los rodea. Si esta discapacidad no es atendida a tiempo, avanzará hasta tornarse en ceguera, misma que reduce de una forma más impactante la capacidad de las personas para realizar tareas básicas como caminar, vestirse, comer, entre otras.
¿Has imaginado qué pasaría si no pudieras ver lo qué sucede a tu alrededor? -Sin afán de parecer libro de primaria- cierra tus ojos e imagínate en una cena en la que tuvieras la incapacidad de ver, toma tus utensilios y prepárate para probar el primer bocado. Resulta interesante saber lo que comes guiándote sólo por el sabor; tus sentidos están suficientemente desarrollados para compensar tu falta de visión. Ahora imagina que todos a tu alrededor se encuentran en la misma condición que tú, ¡valla ya no estás solo en esto!
Seguramente esta dinámica aumentaría tu empatía. ¿Te gustaría intentarlo? Esta es la propuesta que Casa Muzikë trajo para nosotros el pasado sábado 11 de julio. Una cena en la oscuridad en la cuál los asisitentes tuvieron que poner a prueba (literalmente) todos tus sentidos.
La idea surgió con el objetivo de sensibilizar a los asistentes acerca de las dificultades de la ceguera y una llamada a la acción para empatizar con las personas que sufren esta discapacidad.
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¡Experimenta y camina entre Pasadizos!
